A pesar de sus esfuerzos su
rostro está empapado, hinchado, arrebolado de impotencia. La chica de la foto
lo mira sonriente en una posición tierna y natural. Pasan dos minutos y sigue
llorando. Cinco. Diez. Luego su dolor de cabeza se intensifica y por fin llega
el primer pensamiento del día. Queda tanta vida por delante. Vuelve a llorar. Repite
la frase en voz alta. Y llora. Lo dice una y otra vez. Queda tanta vida por
delante y en realidad casi no puede terminar de decirla porque se ahoga en el
llanto. La lanza por última vez. Luego remata, y es una tortura.
Ha pasado un poco más de un año y
es uno de esos días.
...
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