miércoles, 30 de diciembre de 2009

Capítulo 3: Miradas ocultas

Siempre fue clandestinamente. No entendí o no quise entenderlo. La primera vez comimos un helado y luego compramos películas. Fue ahí donde me mintió por primera vez. No lo sé, yo soy virgen, me dijo ante uno de mis comentarios. En ese momento, me lamenté. No hay nada más aburrido que una mujer virgen. Felizmente me mintió. La primera de tantas. Hasta ahora me sigue mintiendo. Nuestra relación se basa en ello. Pero aquel día le creí.

Otros días solo caminábamos. Me fascinaban sus historias, sus ideales superficiales, su estrecha visión de la vida, sus silencios que al final revelaban sus secretos y sobre todo, sus mentiras. Pensándolo bien su vida no difería mucho de la vida. Su vacío era el mío, sus vértigos también. La diferencia es que ella no los veía.

En casa teníamos una relación distante. Saludos y conversaciones domésticas. Su abuela siempre estaba alerta. Siempre desconfiada. Siempre con la idea del diablo y la posesión carnal y la debilidad. Me limitaba a escucharla con curiosidad desde mi piso. A atisbarla al bajar y pasar por su sala para salir fuera o dirigiéndome a la lavandería o al baño. A espiarla por la ventana cuando salía a comprar. No tenía la certeza de saber por qué hacia ello. Quería matar el tiempo y ella se convirtió en mi distracción favorita.

Una tarde me confesó que ella me había visto hacia tiempo atrás. Por años. Cuando yo vivía frente a su casa. Antes de conocerla. Cuando me iba o regresaba de la universidad. Cuando me paraba a conversar con mis amigos en la puerta de mi antigua casa o cuando dejaba la puerta abierta por el calor de alguna noche de alcohol entre mis ya olvidados compañeros. Y ahora que vives en mi casa no lo puedo creer, tenerte cerca me pone un poco nerviosa. Entonces recordé que mi hermano me decía que una chica preguntaba por mi siempre y que alguna vez una joven muy pequeña se acercó una tarde y me pidió el correo de mi hermano y luego el mío. Le mentí y le dije que no tenía ni el uno ni el otro. Imagino que sería ella en su afán por saber de mí. Pero nunca le pregunté al respecto. Después de ello, supe que me espiaba cuando me reía con algún libro o algún programa de tv, cuando cantaba emocionado alguna canción de La Buena Vida o cuando salía y regresaba de casa. Entendí por qué siempre nuestras miradas se cruzaban. Esa clandestinidad me excitó.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Capítulo 2: Judith.

Judith despierta todos los días antes que otra persona en casa, no importan las circunstancias. Siempre es la primera. Vive en el hartazgo. Cuando duerme y despierta repentinamente, ya está con un pie fuera de la cama; una vez despierta, espera la hora adecuada para volver a dormir.

Todas las mañanas recorre su casa, en silencio y con letargo. Lo primero que hace cuando reconoce los mismos ángulos que en su infancia sirvieron de refugio y cárcel, es mirarse al espejo. Son casi seis años los que Judith lleva mirándose al espejo todas las mañanas sin que nadie la vea. Se mira fijamente y trata de descubrir en esa imagen algún rincón de su rostro que no sea el de su madre. Se observa por varios minutos, hasta que su figura se deforma abarcándolo todo paulatinamente, hasta hacerse irreconocible a ella misma. Ella preferiría tener esa imagen alienígena, antes que el rostro de su madre.

Solo hay una diferencia, una sutil, una característica que ni ella puede observar. El brillo de sus ojos. Una luz que ni las luces de neón borran. Muchos le han dicho que les gustan sus ojos, ella piensa que es parte de la metodología. Pero no. En realidad hay algo en sus ojos, algo también incógnito a todos. Ese brillo parece la expresión de un pedido, un ruego, una súplica que ninguno puede descifrar, aunque David estaría cerca. Sin embargo, él no tiene valor para asumir tamaña responsabilidad.

Por ese brillo, Judith lleva una doble vida durante años. Desde su infancia jugaba a llamarse Cielo, ella no era Judith, ella era la niña Cielo, la mamá Cielo, la maestra Cielo, la enfermera Cielo. Toda su vida quiso ser otra, no la hija de aquel padre adicto a las drogas, no la hija de aquella madre infiel, no la nieta de aquella abuela ultraconservadora y caníbal. Sin embargo, el encierro al que está condenada por nacer en aquel hogar matriarcal, le impide aspirar a otra vida más que en su imaginación. Pero ella ya no es una niña, es una púber en el cuerpo de una joven de veintiún años y como toda adolescente, ella está empezando a vivir.

Capítulo 1: El Inicio

La historia empezó hace dos semanas. Cuando llegó a mí la noticia que ahora Judith vivía en Trujillo, con unos familiares, después de haber escapado dos veces de casa. Pero para ser fiel a la verdad, la historia empezó hace dos años. Cuando la conocí. Cuando llegué a vivir a su casa y me recibió con una sonrisa. Una sonrisa prometedora. Desde ahí, la historia con ella se mueve por las leyes de la gravedad.

Había pasado un mes y semanas en aquella casa, cuando algo me sacó de mi ensimismamiento. Una tarde, un silbido. Pero no cualquier silbido. Era un sonido que masajeaba el aire, que lo purificaba, que lo distendía. Solté el libro de Nietzsche (imagínense lo confundido que estaba) y le presté más atención a aquel sonido. Antes de ello había olvidado que en casa solo vivíamos, la dueña, su nieta y yo. En ese momento lo recordé y ya me enamoraba de aquel silbido. No podría ser la señora. Tenía que ser ella. Judith. En ese momento recordé su sonrisa y su promesa. Pero olvidé que las promesas tienen condiciones, olvidé que las promesas están hechas para romperse, que están hechas del cristal más fino y se hacen malabares con ellas.

Desde ese momento presté más atención y en una semana conocí su rutina diaria, todo clandestinamente. Ahí comprendí, por qué, años antes, mi hermano y mi primo susurraban su nombre por las noches.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Cansado

Hoy empecé a experimentar el aburrimiento,después de mucho tiempo.Hay un adagio chino que dice que el aburrimiento es la puerta a la sabiduría.Suena bonito.Pero cuando uno está realmente aburrido,eso suena a mierda pura.Manotazos de ahogado.¿Qué es mi aburrimiento?Un producto de la tristeza.De la pena de sentirme como todos y como nada a la vez.Nada de lo quise,de lo que creo.Los mareos van y vienen.Queda una vision borrosa, blanquecina,abarcante.Como soy un chico superficial mañana me ire a Máncora, como el protagonista de aquel bodrio que aun no he visto pero que se es así.En vez de leer a Vallejo leeré a Sade, miraré mujeres,intentaré un flirteo con alguna,regresaré pensando en haber logrado una hazaña o por último en haber superado un día común y corriente.Negandonme un hecho.Un hecho absoluto e irreversible.Mi aburrimiento es grande,como el ciberespacio,e invisible,como un post,a la vez.

martes, 1 de diciembre de 2009

Yoshihiro Nishimura - Tokio Gore Police (2008)



Un festín de sangre y mutaciones,el gore más delirante viene a cargo de Yoshihiro Nishimura."Tokio Gore Police" es la mejor transformación del ser humano en una obra de arte bizarra,una pileta que emana sangre por todos lados.Con una de las chicas de Takashi Miike,la endemoniada Eihi Shiina,Nishimura presenta una historia de venganza,que tal vez sea la otra cara del amor,llevado hasta los límites de lo monstruoso.Está para bajarla.Si les gustó,a prepararse que muy pronto se estrenará Vampire Girls Versus Frankenstein Girl, el tráiler agita.