jueves, 22 de octubre de 2009

Fantasmas

Solamente la dejó y ella lo quedó mirando, alejándose. Lo vio cruzando la puerta giratoria, lo vio a través del vidrio caminando con cautela, lo vio tanteando alrededor, mirándolo todo, menos a ella. Lo vio acercándose a la barra, insistiendo en su mirada. Luego los vio juntos. No entendía aquella escena. Quiso pararse, pero algo la contuvo. El miedo. El miedo a los fantasmas ajenos.

Bebía con sorbete su licor, pero en sí no bebía nada, la bebida se quedaba a medio camino entre la copa y su boca. ¿Quién era aquella mujer y por qué se saludaron de esa forma? ¿Qué significaba ese rubor y esa mano en el pecho, aquella sonrisa que en él ya no veía hace años? Aquellos tiempos que ahora estaban a años luz. Entendió el sentido de aquel viaje y lo que era el amor para él. La extensión de una sola noche. Una noche negada a su ser.

Le respondió sin exabruptos ni emociones cuando ella le preguntó quién era aquella mujer. Eso la tranquilizó. Son los fantasmas ajenos, pensó. Una sonrisa tierna iluminó su rostro y bebió por fin de su copa. Él aprovecho para deshacerse de aquel nudo que el fantasma le hizo en la garganta.

No hay comentarios: